mayo 22, 2008

PRONÓSTICO DEL TIEMPO

Mi día es oscuro
y nublada mi noche,
la lluvia me sigue,
me sigue mojando,
de frente a la cara
el viento me escupe,

El sol se entristece,
me evade, me huye.
La luna me mira,
pero ya no sonríe.
¿Es que acaso me engañan mis ojos?
¿Por qué veo en el clima
lo que le espera a mi alma?

Parece que el tiempo,
ese juez incorruptible
de conciencia impenetrable,
se anticipa a mi llanto
y adivina mi duelo.
Lo retrata fielmente
con sus nubes grisáceas
en su temible horizonte
que ruge con truenos
y con relámpagos rabia.

Pronostica en sus fauces
lo que mi historia no ha escrito,
y que el destino prepara
en mi sinuosa vereda:
fastuosas tempestades,
huracanes poderosos
que volcarán en mi alma toda su furia,
toda su fuerza,
hundiendo mis días
en la triste memoria
de los tiempos felices
en que duró la esperanza
y que mañana se tornan
en el recuento doliente
del inherente desastre
que derrumbe los muros
que sostienen mi alma
y resguardan mi aliento,
arrasarán mi sonrisa
y extenderán su desgracia.

Así será,
así que tomemos
las debidas previsiones.

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